Aquí una solución fácil cuando cualquiera de nuestras preparaciones no está lo suficientemente espesa y no hay forma de dejarla reducir por la razón que sea. Para salsas, cremas y hasta algunos molitos o bebidas que están como agua cuando deberían ser espesitos y cremosos después de la cocción… porque es común encontrarnos con algo como esto cuando hemos terminado con el platillo pero la salsa termina escurrida en el fondo del plato.
Dependiendo de la cantidad y el término deseado, tomaremos dos o tres cucharadas de fécula de maíz para un litro. Es necesario hacer pruebas para alcanzar la consistencia deseada, tal vez sea una sola cucharada o tengan que ser mas tomando en cuenta la textura inicial de la salsa y la cantidad; pero con dos cucharadas podremos espesar, por ejemplo: un litro de leche hasta el punto nappe (palabra francesa que curiosamente significa mantel y que también es el nombre que se le da al espesor correcto para una salsa)
Para saber cuando nuestra salsa adquiere este punto hay que introducir una cuchara o pala en la salsa y retirarla para verificar que se haya formado una película alrededor de ella. Podemos comprobarlo más fácilmente limpiando un poco de la superficie con el dedo para comparar la diferencia.
Pero cuidado al agregar la fécula, ya que si es directo en el líquido caliente entonces lo más probable es que se formen grumos del almidón que son muy desagradables y poco estéticos. La mejor técnica para agregar a la fécula es disolviéndola en agua y agregándola poco a poco hasta que este toda disuelta y nunca al contrario. Es decir, agregar la fécula al agua porque podría ser demasiada agua para la cantidad de fécula.
El liquido tardara en espesar unos minutos, pero es muy importante dejarlo calentar hasta que este cocida o nuestra salsa tendrá un gusto extraño y poco agradable debido a la presencia de la fécula cruda que se sentirá sobre la lengua con una textura que recuerda a algo seco o hasta arenoso.
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