Sin duda este fue otro de los grandes aportes del nuevo continente para el mundo entero; justo al lado del jitomate, el chocolate o la vainilla. La papa tiene su propia fama y por supuesto no es necesaria una gran presentación para ella, hoy en día es consumida casi en todas partes del mundo además de ser indispensable para varias cocinas.
Lo que más me agrada de este ingrediente, además de su increíble consistencia y su delicioso sabor, es que es posible encontrarla tanto en un platillo en el mejor y más caro de los restaurantes como en una bolsa de plástico en el puesto ambulante frente a la iglesia un domingo cualquiera.
De entrada mi primera reconvención es que no pelen las papas, además de que ahorraran tiempo mejoraran la apariencia, el sabor y también el valor nutrimental de la papa (aunque sea por obtener más fibra). En segundo lugar, corten las papas lo más gruesas que puedan, en ocho gajos cada una, por ejemplo, al ser pedazos mas grandes habrá menos contacto con la grasa y menos absorción de la misma.
Cuanto se tengan todos los gajos de papa, y para conseguir una papa dorada por fuera y suave en su interior, justo como la que obtendríamos de las bolsas de papas congeladas o en los restaurantes, entonces tenemos que pre-coserlas. Lo más sencillo seria cocerla en el mismo aceite a una temperatura mucho más baja pero personalmente me gusta más hervirlas hasta que estén suaves y después secarlas perfectamente antes de freírlas en aceite muy caliente.
La papa, al ya estar cocida, entonces formara una película dorada al tener contacto con el aceite y quedara suave pero dorada por fuera. Las ventajas de hacerlo de esta manera es que no importara que tan grueso sea nuestro corte de papa porque ésta ya estará cocida y al final podrán obtener papas fritas idénticas a las congeladas pero recién hechecitas.
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